domingo, 28 de agosto de 2011

RUTAS ARGENTINAS III: DE TRELEW A COMODORO

continúa del post RUTAS ARGENTINAS II: http://poetskeleto.blogspot.com/2011/08/rutas-argentinas-ii-trelew-un-viajero-y.html


XI

Después de varios intentos infructuosos (tres), un camionero amablemente me explicó que probablemente tendría más suerte con aquellos camiones que no tuvieran rótulos, pues la mayoría de las compañias, por seguridad, tenían prohibido levantar gente, mientras más grande la compañía, más control y así por el estilo. Entonces, después de hablar con quienes cargaban combustible y con la gente en la cafetería, salí a la pista. Agua en una mano, mochila en el piso, cabeza en alto. Dedo gordo de la mano derecha apuntando hacia el cielo. Contacto visual, agradecer al quien sonríe y a quien no. Divertirse con quienes con uno se divierten, y desearle el bien a aquellos que por alguna incomprensible razón parecieran ofenderse con la petición o la presencia. Todo el punto está, en que si hay buen clima la pasarás tan bien como estés dispuesto. Aunque lo mismo aplica, pero diferente, al mal clima.


XII

Definitivamente es como pescar, pensé después de un rato y recordé a Nancy y la familia. Cerca de una hora después. Se detuvo un camnión. Era un mediano, Fernando, el conductor, tenía el pelo blanco, onda Richard Gere, pero con un buen bronceado producto probablemente de los años al volante. Escuchaba folklore argentino. Se sorprendió que conociera algunas de las canciones. Le gustaba mucho Mercedes Sosa y me preguntó como la conocía. Le conté sobre 7 días con el pueblo. Mientras tarareaba me preguntó cómo era Dominicana. Le conté del país de las maravillas, de la economía, de la cantidad de provincias y de diputados, del agua cristalina en Bahía de las Águilas, de la estafa de la Barrick Gold, de nuestro presidente cínico y mediático, de la inversión en educación, de cuál educación, del mar. Debió ser demasiada bronca para el camión porque se le empezó a subir la temperatura. Aparentemente se había averiado el electroventilador, y no podía pasar de quinta.


XIII

Fernando, originalmente iba hacia Puerto Deseado (donde hay una isla donde hay pinguinos de los que tienen las cejas amarillas), pero ibamos bastante despacio. Así no llegarmos nunca, alcanzó a decir Fernando mientras me habla de sus hijos, de la vida en el camión, de los sindicatos, de los Kirchner en Santa Cruz y el vínculo con Moyano. En algún momento Fernando dijo que no era posible llegar hasta deseado, que llegaríamos hasta Comodoro Rivadavia -capital petrolera de la Argentina- A las horas nos paramos en otra estación a tomar un café. Fernando hizo una llamada.


XIV

Le pregunté por los camioneros, los caminos y la seguridad. Él me contó que a él hacia un año que lo habían volteado, y que ahí se había quedado prácticamente en la calle y un amigo le da trabajo con sus camiones y así está trabajando para comprar una tierrita y hacer una casita en un lugar en la coordillera. Cuando llegamos a Comodoro, comimos unas milanesas, carísimas, como todo en Comodoro. Pero comimos bien, en un café que antes solía ser muy famoso, pero cuyo nombre no recuerdo. Después de un café (creo) salimos a esperar el camión relevo.

Una vez encontró un buen lugar para aparcar, me enseñó como desenganchar el trailer. No es que fuera dificil, pero nunca lo había hecho antes. Al final lo acompañé a un mecánico y a buscar la pieza que necesitaba y decidí hacer noche en comodoro.

XV

Mientras caía la tarde, nos sentamos a esperar. Mientras encendía un cigarrillo otro camión se detiene a nuestro lado. Resultó ser un amigo suyo al que tenía muchísimo tiempo que no veía y con quien nos fuimos a cenar. El amigo vive en Caleta Olivia y bueno entre pollo y cervezas se pusieron al día. Cerca de la medianoche nos despedimos. A la mañana temprano había que ir a dejar el camión. Esa noche el durmió en casa de su madre, con quien dice tener una relación complicada, mientras que yo, que tengo una relación complicada conmigo mismo, dormí en el camión. En la mañana siguiente me dejó en la estación de servicio que él entendía resultaba la más ventajosa, y me dió un par de recomendaciones. Ahí me despedí de Fernando.


H. (CONTINUARÁ)

jueves, 25 de agosto de 2011

RUTAS ARGENTINAS II: TRELEW, UN VIAJERO Y EL MAR

o la mítica aventura del mero que sacó la lengua

continúa desde el post RUTAS ARGENTINAS I: http://poetskeleto.blogspot.com/2011/08/rutas-argentinas-i-dedo-por-la-rn-3.html


V

Así que comí con la familia, salvo una de las hijas que no estaba en casa y que en algún momento entró, saludó y volvió salir. Y ahí estábamos el papá, la mamá, la hija del medio y el hijo menor y yo este perfecto extraño con una "tonadita" que les resultaba a ellos graciosa.

La comida fue amena, hablamos del viaje, de las peculiaridades de nuestros países. De las cosas que hacíamos y que nos gustaban o gustarían hacer. En algún momento, algo así como de la nada, la madre -que digamos se llamaba algo así como "Nancy" me mira muy seriamente y pregunta: ¿te gusta pescar? Por alguna razón a mi me sonó como si se tratara de una cuestión existencial y sonreí mientras respondí, que nunca en mi vida lo había hecho, pero que quería hacerlo, y seguimos hablando de otras cosas.

Para cuando terminábamos de comer, mientras me disponía a organizarme para partir, Nancy me dice algo que yo recuerdo como: los chicos van ahora a pescar ¿por qué no te vas con ellos? Pensé en la hora, pensé en que se iba a hacer más dificil conseguir quien me lleve, pensé en cuan buena era esta gente, en que me encantaría y ir a pescar con los chicos y creo que al final solo "dale" alcancé a decir.


VI

Era un día lindo y hacía calor. Me pusé los baggies ("las mallas" en argentino) y una remera (t-shirt, camiseta) y fuego a la lata.

A pescar fuimos David -como para fines de esta historia llamaremos al padre- Guille -el hijo- y un amigo suyo que es parte de la familia que se llama Javi. A David se le veía mucho más relajado, iba sonriendo y más conversador. Los chicos también iban de buen ánimo, tranquilos, hablando sobre minas (chicas) y de música.


VII


Esperar cuando sientas el pique, tirás. Cómo se siente el pique, pregunté yo, te vas a dar cuenta, cuando se pone duro. Y vaya que me di cuenta, al ratito, siento que el nylon se tensa y me sorprendo. Debí haber puesto cara de "¿y ahora qué hago? Porque Guille se empezó a reir y escuché a David decir ¡tirá! ¡tira! Y, en lo que Guille se destornillaba de la risa, tiré y salió un mero. Pura suerte. David sacó unos cuantos, y a los chicos no recuerdo como les fue. Más tarde, cuando empezó a subir la marea, no metimos en la playa con la red. Me dí varios resbalones cómodos, que asumí sin verguenza y con diginidad. Luego de un rato, recogimos la cubeta y la red y nos volvimos a Trelew.


VIII

Al regresar a la casa. Me doy una ducha y me organizo para salir. Cuando termino de armar la mochila, David me pregunta ¿a dónde vas? Ahora tenemos que cocinar lo que pescamos. Y lo dijo con tal serenidad, con tal convicción, y hacía tanta hambre, que no pude resistirme a tan tentadora oferta. Para este punto ya estaba mentalizado a dormir en la estación (de una, como dirían los argentinos).

Al final, con mucha complicidad, y no sin algo parecido a la picardía, me dicen que ya es muy tarde para irme, que me quedara y que mañana veríamos. Ahora si estaba en un apuro (no grande, pero apuro al fin) Una de esas situaciones en las que inútil (o al menos "ridículamente" convengamos) comenzamos a querer poner peros que en verdad verdad no queremos poner pero que son como peros burocráticos, peros de rigor Quizás de origen honesto y bien intencionados pero a todas luces absurdos porque no era verdad ni que hubiese preferido dormir en la estación, así mandé a dormir a mi falsa modestia y di las gracias: Muchas Gracias. Esa noche nos quedamos hablando hasta tarde y viendo noticias y fútbol.


IX

Así fue pues. Al otro día acompañé a Nancy al centro y en la tarde me fui a pescar con David. Esta vez capturé un cangrejo, y un par de meros, pero uno escapó porque estaba sentado cuando lo saqué, y se soltó del anzuelo y cuando me acerqué a agarrarlo prácticamente me sacó la lengua y volvió al mar. Por boludo, quien te manda a estar sentado dijo David y nos reímos.

La verdad es que me pareció tan gracioso, que duré varias noches soñando con el peje ese. Buena experiencia para mantener el ego a raya, pensé. Esa noche, durante la cena, Nancy me preguntó qué me había parecido, y si me había gustado. Sí, me gustó mucho. De hecho pescar se parece mucho a hacer dedo y le conté de las noches en el tramo entre Moca y Santiago de un amigo que decía que viajar así era aprender el arte de la paciencia. A ellos, la comparación les pareció divertida.


X

Al tercer día lleno de afecto y con material para un par de nuevas historias, era tiempo de partir y partí. Nancy y David me llevaron hasta la estación YPF de la pista que va rumbo al sur y allí nos despedimos. Una foto de rigor, en la que como de costumbre salí con cara de idiota. De nuevo nos dijimos adiós. Besos y abrazos y partieron. Una vez se fueron me dispuse a encuestar conductores incautos. 


H. (CONTINUARÁ...)

martes, 16 de agosto de 2011

RUTAS ARGENTINAS I: A DEDO POR LA RN 3


PUERTO MADRYN - TRELEW

I

Llegué al control policial veinticinco minutos pasado el medio día. Entré a hacer unas preguntas. Un policía "adulto joven" me miró con cara de nomehincheslaspelotas (ahívieneesteajoder en dominicano). Me sorprendió que no me dijera "civil", ni "comando", ni nada en absoluto. Apenas levantó la mirada, así que recurrí a un arma infalible y al parecer virtualmente desconocida por los uniformes uniformados: la cortesía.

Me acerqué dos pasos, hasta que mis pies entraron en su campo de visión, apenas lo suficiente para molestar su lectura de partes y esperé. Primero un ligero frunce en el ceño, intermitente, como las direccionales de los autos. Luego en el papel comenzó a arrugar los espacios que ocupaban sus dedos, hasta que los soltaba en la bandeja, donde permanecían ligeramente arrugados, como quien no quiere dejar olvidar.

Y así por un par de minutos hasta que empezó a levantar la mirada. Era inevitable, la emboscada estaba lista, cayó. Cuando la tensión en las venas del cuello y las sienes alcanzaron el punto esperado, ese en el cual la boca empieza a quererse mover, una voz tan firme como suave proveniente de mi cuerpo lo intercepta: disculpe oficial (creo que nunca lograré entender lo que produce en un uniformado de bajo rango el ser llamado oficial) y le pregunté si en ese punto la gente levantaba, preguntó para dónde iba, le pedí orientación y terminamos hablando sobre Madryn y Patagonia y el clima, ya éramos dos humanos de nuevo, y por breve instante el uniforme se llenaba de fisuras y manchas transparentes. Solo un momento, sonó la radio, y lo uniforme y el arruge lo tomaron por asalto y reconquistaron la cumbre. No nos despedimos. Lo dejé con la radio, y salí a esperar en la carretera. No calculé los refuerzos. Hasta entonces había sido un empate.


II

Esperé veintisiete minutos antes de ser levantado por primera vez en este viaje. El conductor, un señor de rostro muy serio, acompañado de un joven que no debía pasar de los 17 años que iba sin remera en el asiento del pasajero. Parecían padre e hijo, y parecían además gente tranquila.

¿A dónde va Flaco? Me preguntan. Por lo menos hasta Trelew respondo.
¿A Trelew? se miran, bueno vení responde el señor.
Mil gracias y subí. Me presenté. Hola mi nombre es.. vengo de... y volví a agradecerles.

El trabaja en metalurgia. Tiene su propio taller. El chico, de 16 años aún está en la escuela. De vacaciones. Así que aprovechó para regresar con papá desde Madryn, después de haber estado de joda (en coro, de fiesta) con unos amigos, y creo que familia, en Puerto Pirámides.

Hablamos de viajes, de la educación latinoamericana, de la familia, del costo de la vida. En general yo preguntaba mucho, y ellos también. Más el hijo que el padre, quien parecía una persona amable pero extremadamente discreta. Hablaba bajo y de vez en vez se sonreía y hablaba bajito.


III

En una hora y menudo, llegamos a la ciudad. Mientras entramos, el padre pregunta al hijo, ¿lo invitamos al flaco a comer? El hijo lo mira algo sorprendido y alzando un poco los hombros, dice: (prolongado como describiendo una onda que oscila entre la certeza y la duda). Anda llama a tu mamá para que no nos mate dice el grande al chico. No contesta, responde. Bueno, nos arriesgamos, insiste el padre mientras yo recuerdo a mi mamá cuando la poníamos en esas a cada rato. Razón por la cual en casa se instituyera (desde muy temprano además) el famoso "mátese usted mismo", que consistía en un tour guiado hacia las partes esenciales de la cocina, en el cual se presentaba a "la visita" (en su primera visita) donde estaban las cosas para que si alguna vez volvía se sirviera de sus propios medios. Y que se aplicaba también (salvo ocasiones especiales) a todo lo que se comería en casa después del medio día, que bastante grandecitos que estábamos ya. El caso es que recordaba esas cosas y sonreía imaginándome como sería la mamá y qué pensaría de la situación.

Aquí es, bajá tus cosas. Escuché decir y salí del trance. 


IV

Má trajimos visita. Mirá lo que nos encontramos dijo el hijo no bien entró. Ella mira al padre que se pone un poco colorado y se rie, mientras va a la cocina y le dice ¿ponemos otro plato?

La mamá algo sorprendida, pero de muy buena gana me dió la bienvenida, o al menos eso sentí yo, y me invitó a sentarme. Hubo entre ella y su marido un diálogo complice que no alcancé a decifrar y que me pareció lindo.

La comida divina. Hacía tiempo que no me sentaba en una mesa con una familia a comer. La silla me llevó a casa, a las comidas con mis viejos (quienes detestan que me refiera a ellos de esa manera) y mi hermana y hermano, al oscurísimo humor y la sutileza en la ironía, con la que nos comunicamos en esas aguas. Nunca he sido mucho de extrañar, pero en ese momento extrañé.


H.  (CONTINUARÁ..)

viernes, 12 de agosto de 2011

PUERTO MADRYN IV


Madryn de noche. El viento, se esforzó, y se esforzó y al final salió en la foto. Capaz por eso le gustan tanto las banderas.

XI

Solo conozco dos formas de enfrentarse a una guitarra con problemas de actitud: esconderla o ceder. Por motivos prácticos tiendo a preferir la segunda. Pero esa vez no quería. Por algo había dejado la guitarra en Santo Domingo. Estaba peleado conmigo, con la música, con la poesía, así, mal, conmigo y creo que hasta lo estaba disfrutando. Eso de renunciar a la seducción. 

La noche anterior había estado tranqui (eso se dice casi igual aquí y allá, aunque a veces podrían decir "tranca" que allá denotaría algún tipo de maestría en el manejo de cierta destreza). Salí a dar unas vueltas para hacer fotos con Rama (el de los osos en ricitos de oro) y el Mendiara, un vasco isntructor de cuestiones de seguridad industrial, pero que por alguna razón yo siempre entendí alpinismo. Subimos hasta el indio, y un viento terriblemente frío ("fresco" como le dicen al frío en patagonia) empezó a querer salir en las fotos. Luego un bar con nombre de flor, sirvió de guarida hasta que recuperamos temperatura. Al día siguiente haría buen clima, así que me volví temprano.



XII


En una de esas incoherencias garrafales, a veces, desayunaba leyendo poemas y los meditaba masticando. Así también me burlaba de mi, y de ellos. Pero en ese momento, era el libro el que me leía a mi. Así era y estaba cuando Kristin, en perfecto castellano, dijo hola. 

Hablamos de los viajes, de su laburo (trabajo en argentino) como enfermera, de Bolivia, de las posibilidades de viajar haciendo lo que te gusta, de la sensibilidad que implica, las decisiones y los caminos que se abren y cierran con cada una de ellas. Increíble para lo que dan el café con leche y chocolate, el pan con dulce de leche y mermeladas de berries varias, entre las cuales, absolutamente prefiero la de guinda.. Yo me había vuelto temprano. Rama y Josean seguían durmiendo. 


XIII

Madryn es como el África del Mar, dijó Gastón -el primero-, yo paré los oídos (acción en Dominicana denominada con el erótico y/o canibalístico mote de "comer boca" y que en Argentina se limita al verbo "chusmear"), si nos referimos a los grandes mamíferos -continuó- en África encontramos los grandes mamíferos de Tierra y acá encontramos los grandes mamíferos del mar. qué chusmeada más instructiva pensé y seguí leyendo. Leía el cuento ese de Bolaño en el que el personaje se cartea con otro escritor que había conocido a partir de un concurso de cuentos, y entonces decidí que, en última instancia, la prostitución literaria podía ser efectivamente un recurso válido de subsistencia. En eso llamaron de la escuela y me fui al mar. 
 

XIV

Era la última imersión. Además de Norma y Luis, había en la lancha un buzo inglés. Franz había llegado a Madryn a ver si lograba bucear con las ballenas. Nos tocaba ir al Albatros, un barco hundido que no está a demasiada profundidad. Por razones tan evidentes como la inexperiencia, los nuevos consumimos el aire más rápido que Carlos, Maxi y Franz. Empezamos a ascender, paradita de seguridad -para no perder las buenas costumbres- y salimos. Todos menos Franz. Maxi, le dice a Carlos: ché traélo. Carlos vuelve a bajar, vuelve a subir. No quiere, dice. ¡¿Cómo que no quiere?! Responde Maxi. Le dije (en señas evidentemente), me dijo que aún le quedaba aire y me mostró un cuchillo.. contó Carlos todavía en el agua y volvió a bajar. Luego subió y dijo: bien, está haciendo la parada de seguridad. Y ese fue el final de esa historia. En el bote, Maxi le preguntó ¿qué pasó? Franz le contó que había entendido que era un recorrido más largo y le quedaba aún mucho aire y luego que le avisaron, le faltaba la parada de seguridad mientras le entregó el cuchillo que encontró en el barco. Maxi le comentó algo sobre las diferencias de niveles y que él seguiría con él una vez nos dejaran al resto en la costa. Había visto pulpitos, varias especies de peces, un lobo, cangrejos y pequeñas, medusas. Luego tocaba estudiar para el teórico, pero eso no vale la pena contarlo. 



XV

La noche empezó bastante bien. Gambas con papas, cerveza, humo. Siempre que hay parrilla hay humo. Otra vez gente diversa. De nuevo más que en Nueva York en la Argentina, así que al principio hacía de traductor simultáneo (mientras comía, mientras bebía, mientras jugaba), hasta que el alcohol y la camaradería del haber compartido la comida hacían lo suyo, y entonces no era necesario: como por un acuerdo cósmico-etílico (diría el frank) todos y todas nos entendíamos y reíamos, y nos hacíamos como que nos conocíamos desde siempre, lo cual en el fondo me ha parecido siempre muy triste pero que se siente bien.. Gary y Kathryn hablaban de política latinoamericana y hacían suposiciones sobre el peronismo, Mr. Happy bebía y le sonreía a Carolina, Thibaud, con su chaqueta con el emblema canadiense, se reía con Gastón -el segundo-, quién sabe de que historias traducidas, el timonel escocés miraba a Vera, la austríaca que no decía mucho y yo observaba que a María -una alemana recién llegada que estaba sentada a mi lado y que había propuesto un drinking game con dados- le gustaba ganar, y tenía una tendencia a guillarse para beber menos. Sabes mucho amiga le dijo Gastón muerto de risa, cuando me di cuenta que tenía hambre y me levanté para asaltar la cajita que tenía en el quincho, en la que no había más que un par de huevos, algo de aceite verde y sal. María me ofreció al de frutas y acepté. Muchas gracias, alcancé a decir en inglés, bah es solo comida, respondió de su sonrisa a la mitad. Linda, tramposa y solidaria, divertida la combinación le dije, ¿nos volveremos a ver? pensé, y también. Sonreí.

Un par de horas más tarde, tasa tasa, la mayoría había ido a dormir. Al final quedamos Happy, Thibo, Gastón, y Yo. Salvo Gastón, el resto partíamos a la siguiente mañana. ¿Seguro que no quieres ir comprar una falda? Bromeó Mr. Happy por última vez antes de que dijéramos buenas noches. La verdad que ustedes los franceses y sus fantasías -le dije sabiendo que era canadiense- De donde se informarían estos eurpoeos pensé mientras me levantaba. Abrazos y buenos viajes cada quién. Nos vemos al rato.


XVI

La gente conocida estaba en verano, y se esparcía a distintas velocidades, en todas direcciones. No me había ido aún y ya sabía que volvería a este lugar. El mar seguía pareciéndome algo frío, pero solo en superficie. Desde que bajas se te olvida, y lo recuerdas de golpe, desde que sales, pero había extrañado el mar y mucho, así que estaba feliz.

Pregunté por el mejor lugar para empezar a hacer dedo. Fede me mostró en el plano de la ciudad, dónde estaba la estación en la salida que llevaba al sur. Básicamente, debía caminar toda la avenida Gales hasta que alcanzara la pista y una vez en esta, hasta el control policial, bromatológico y fitosanitario, el que había dos policías acostados (lomos de burro en Argentino) por lo que los vehículos se veían obligados a desacelerar, lo que posibilita el contacto visual tan importante en estos antiguos oficios. Así que agradecí, me despedí, salí a buscar una botella para llenar con agua y un saco de dormir.

Regresé. Mochila al lomo. Sonrisa al rostro, y andar. Me despedí. Quienes estaban se despidieron. Las señales parecían claras, había buen sol y poco viento.



H.
PUERTO MADRYN;
31 DE ENERO -  8 DE FEBRERO 2011





  

martes, 24 de mayo de 2011

PUERTO MADRYN III

continúa desde el post PUERTO MADRYN II http://poetskeleto.blogspot.com/2011/05/puerto-madryn-ii.html

en puerto pirámides: una casita en la playa.. con una puerta, con dos ventanas.. una casita en la playa


IX

Viento en Pirámides, y arena. En los ojos. Agua y té con Oumar mientras hablamos de sus ganas de escribir. El viento se levantaba y se calmaba de formas que yo aun no lograba comprender y que por lo tanto me parecía impredecible. Sin embargo ciertas personas caminan y como si lo adivinaran cambiaban el rostro o las manos un par de fracciones antes de que se presentaran de nuevo las ráfagas.. ¿lo sabrán? Me preguntaba, o simplemente lo hacen y ya, y se la pasan tambien quejándose de la arena en la piel. Hacía calor y en el sol yo estaba tranqui, las personas con menos melanina y horas tropicales en la piel, sudaban así, copiosamente, como dicen.

Pirámides tiene una onda algo hippiesca, (de hippie, no de hipódromo) y buena energía. Hay algo de misterio en el aire, y existe allí una casa con puerta y ventanas tallada en una cueva, justo al ladito del mar. Alguien -que pudo o no haber sido yo- preguntó al guía por el nombre del pueblo. Él, que no conocía la respuesta, improvisó, y lo hizo convincentemente. Miró a la pequeña península y observando que parecía tener distintas capas y niveles de erosión dirigió la mirada ingenua de nuestros ojos turistas y justo cuando una amiga incauta empezaba a decir algo que hubiese sonado muy parecido a "ahhhh.." el guía que también se llamaba Gastón (el tercero de este relato) en un brote de respetable honestidad confesó diciendo: ¿me creyeron? Porque sinceramente no tengo idea. Sin mucho esfuerzo, mi memoria fue con algunos "guías" de la zona colonial, específicamente frente a la catedral primada, y los cuentos que se tragan cientos de incautos turistas europeos. Aquí pasaba lo mismo, salvo que no eramos cientos, sino una docena y había un africano, y un caribeño.


X

De vuelta al hostel, nos anotamos para un asado. Algo tarde, cosa que haría rabiar a Gastón -el segundo- que por suerte había comprado un poquito más, así que no hubo drama. En ese trance conversé con Gastón, Federico y Carolina. Más tarde conocería también al Rama, quien toda la semana sufriría del síndrome del huesped conocido, porque alguién ocuparía su cama casi cada noche a partir de ese día, y era todo un drama porque cada vez que salía y volvía había alguién diferente en su lugar y él terminaría reubicado. Seguro que en alguien como él inspiraron ricitos de oro, solo que él era los osos.. así que conoció de primera mano todas las habitaciones del lugar. Pero el asado había estado impresionante. Todo mundo se fue en una felicitando y aplaudiendo merecidamente al chef (el segundo Gastón) y la gente reía y se brindaba en muchos idiomas.


XI

Ya había decidido bucear. Pregunté y me recomendaron un lugar. Ya sabía donde estaba, lo había pasado cuando caminé desde la estación. Así que en la mañana siguiente me presenté y pregunté por el openwater.

Luego aparece el gringo, un rubio con el humor a flor de piel, igual que los tatuajes, ambos, recursos muy efectivos para desarrollarle síndrome de estocolmo a estudiantes inadvertidos, y sobre todo a quienes no le tienen aun mucha confianza al agua. El caso es que me inscribo me mandan a estudiar el manual y las tablas. Me explica que estábamos a merced del clima, del viento, específicamente. Mientras hubiese viento desde norte la visibilidad sería muy pobre y no valdría la pena. Lo que yo no sabía era que el que fuera verano complicaba el asunto.

Pase en la tarde por la playa y me presentan a Paratore, Carlos, que me orienta mientras realizó los primeros ejercicios de aguas confinadas. Regresamos. Debía regresar al día siguiente para conocer a mis compañeros de curso. Así que leí y volví en la tarde a ver unos videos según lo acordado. Ahí conocí a Normita y al Señor Bazan, con quienes compartiría la impaciencias y angustias los próximos días contemplando el mar sin la posibilidad de sumergirnos. Así que compartimos otro tipo de conversaciones más cercanas al pecho..


X

Norma, que resultó ser la madre de Carlos, es una apasionada del baile y la danza, en especial la salsa, pasión que comparte con su hija y que las llevo a conocer Cuba. Lucho, (a quién no recuerdo que le dijéramos así y estoy casi seguro que le decíamos Luis) viajaba con su compañera, quien había sido muy paciente con la situación de la espera frente al mar, lo que a él lo ponía a dar saltos entre la cama y el mar, situación que es, por mucho, más satisfactoria y placentera que la de espada y la pared, pero que consume muchísima energía y por lo tanto, requería buena alimentación.

Cuando no estábamos juntos, mientras tanto, pasaba tiempo en el hostel, esperando, leyendo, simulando leer, tratando de leer, hablando con la Carolina, revisando windguru y evitando una guitarra que me estaba mirando mal.



H. (CONTINUARÁ..)