martes, 8 de marzo de 2011

BUENOS AIRES VI

[ continúa del post BUENOS AIRES V  http://poetskeleto.blogspot.com/2011/03/buenos-aires-v.html ]


XXV

Había tratado de comunicarme con la Vane toda la semana. Sin suerte. Pero yo sabía que no es lo mismo vivir en Buenos Aires que venir de visita, y que probablemente, y sobre todo al principio, tendríamos horarios muy diferentes. De modo que no fue problema. Cuando por fin nos vimos fue en su casa.

El 61 y el 152 harían el trabajo. Me tomó mucho llegar. Cuando llegué ella y César comían. Nos sentamos en el patio abierto, en donde un mural con un extrañísimo intento de mapa de la isla, dormía incompleto en la pared. Con la discresión que nos caracteriza cuando estamos juntos, y pensando en mi hermano, le pregunté a Vane si sentía demasiada nostalgia, con veneno por supuesto, me miró con cara de “¿eh?”. Si hay dos cosas que ella tiene, una es buena cultura musical (es de este tipo de gente que a quienes llamas cuando quieres recordar el nombre de alguna canción o alguna banda) y la otra es un elegante sentido de la estética, por lo que o el leit motive y la técnica del “mural” en su no provenían de ella, o las cosas andaban muy mal. Así que le volví a preguntar esta vez con un tono deliberadamente más irónico y señalando el mural. ¡Ay maldito! Tu no sabes la historia de eso, rió, me contó la historia, yo tenía razón. Habiéndo superado eso, nos pusimos un poco al día, escuchamos música, César tocó algo de guitarra, yo también, me sacaron una foto que parece portada de cd bachatero, o un comercial malísimo del Puma, y que, por, supuesto publicaron en el caraelibro.. entonces sería yo quien recibiría una merecida dosis de veneno.

Esperamos a Juanjo, con un par de cervezas. Pero había un encargo pendiente de entrega. Un roncito que ya debía sospecharse que iba a morir ese mismo día. Buenas conversaciones sobre movimientos sociales, sobre cine y literatura, son mis recuerdos de esa noche. Había pasado la media noche cuando me fui. Hacía frío, escuchaba un playlist con los Beatles, Spinetta (Almendra y Pescado Rabioso) y Esperanza Spalding. Por un rato, en la estación, sentí soledad y frío.


XXVI

Caminaba yo pensando en Información (en Romina, la del aeropuerto) mientras buscaba monedas en los bolsillos. Reí porque me di cuenta que me pasaba cada vez que no tenía las que necesitaba... Al final no encontré ninguna así que caminé más. No era problema.

Cuando eso pasa, normalmente los bolsillos andan llenos de facturas, papelitos con notitas, envolturas, tapas de lapiceros y demás objetos de servilidad dudosa. Pero esta vez, entre los escombros del día anterior, llevaba en los bolsillos, el listado de autores bralsileros que me había que había iniciado con Carolina, y completado con Marcos. Incluía novelistas, cuentistas y poetas, e incluía autores jóvenes.

Marcos llegó a Sandanzas un par de días antes de que saliera yo de Buenos Aires. Tocaba guitarra la primera vez que lo vi. Es profesor de literatura y edita Agua da Palabra una revista literaria digital. Nos vimos relativamente pocas veces, pero hablamos bastante, en portuñol por supuesto, nos entendimos bastante bien. Para mí, resultó evidente, nos volveremos a ver.

Así que este es el listado cortesía de Carolina y Marcos.

Cuentistas y novelistas: Guismarais Rosa, Machado de Assis, Clarice Lispector, Caio Fernando Abreu, Joao Gilberto Noll, Sergio Santanna, Silvano Santiago.

Poetas: Carlos Drummond de Andrade, Cecilia Meireles, Augusto de Campos, Haroldo de Campos, Ferreira Gullar, Casé Lontra Marques, Wladimir Diaz-Pino.


XXVII

Melisa y Martín esperaban su primer hijo. Yo había decidido que dejaría Buenos Aires el día después de conocer a Gabriel. Melisa tenía una panza grande y redonda, y aunque era como si la panza la tuviera a ella estaba radiante, me contaba que había tenido un embarazo feliz. Me enterneció y alegró mucho encontrarla así.

Martín trabaja en una lavandaría cerca del puerto. Meli me había escrito con la dirección, quedaba cerca de donde estaba parando, así que a ellos les pareció que era más fácil encontrarme con Martín e ir con él a la casa. Así lo hicimos. El único problema es que la Meli, erró el número así que dí un pequeño tour por el puerto, un par de minutos antes de encontrar el lugar que parecía más lógico que fuera. Efectivamente. Martín había salido a realizar una entrega, cuando regresó, me habló en dominicano: “dímelo tiguere quéloqué, de pura sepa, encendío” risas, abrazos.. Bueno verte ¿cómo estás vos? preguntó. Le conté sobre el viaje en el camino a su casa. En menos de una semana sería papá, sentí su emoción. Un hijo deseado, sonreí, pensé  en Maturana y sus ideas sobre la humanidad y lo humano... Gabriel tenía suerte, pensé, y me alegra.


XXVIII

Compartimos buen vino, nos pusimos al día. Preguntas, respuestas y planes. Su madre y uno de sus hermanos, vendrían a acompañar el parto, así que habría casa llena, una fiesta. Cenamos juntos esa noche. Meli tenía un antojo de pollo frito, antojo sorprendentemente dificil de satisfacer en Buenos Aires, como si no hubiese chinos, ni dominicanos en el área. En vano intentamos encontrar un lugar que un amigo de Martín había recientemente descubierto, así que comimos en lo de Carlitos, algo que llaman panquecas argentinas, que aunque tal ves sean argentinas, no tienen nada de panquei, y que viene relleno de lo que te dé la gana. Por alguna razón me hizo pensar en el Frank y su obsesión con las yaroas en Santiago.

Nos despedimos en la estación del Subte, me explicaron como llegar. Quedamos en volvernos a ver. Después que llegaron su madre y hermano, anduvimos primero Caminito, donde Ricardo descubriría sus dotes de tanguero, e intercambiaríamos un par de palabras con Foto con Diego, con un tipo cuya máxima virtud consiste en un asombroso parecido a Maradona. Todo un pesonaje, que de hecho era muy conocido. Un mes después, en el Chaltén, Angus, un escocés enorme, incluso para los estándares de la gente alta, me contaría que su foto le salió a precio especial porque Foto con Diego le insistía desde lejos: ¡oye gigante! ¡Gigante! ¡ven! ¡una foto con Diego!


XXIX

Un par de días después Melisa daría a luz a Gabriel y sería tiempo de partir al sur, pero aun, esto no ocurría. Todavía volví a ver a la Vane, César y Juanjo en un pub irlandés, donde hubo muy buena música, e iríamos juntos a un concierto de Catupecu. Todavía faltaba concocer a un cineasta de la India, Marcos, Falk... Gracias a Sophia ya había conocido a Miguel, un cantante lírico, amigo de su familia, que nos contaría la historia del tango y del bandoneón, y nos hablaría de cómo los antiguos obreros de la última fábrica de la europa del este, se están organizando a ver si logran dar con la piedra filosofal y lograr la resurrección del instrumento, antes de que desaparescan los que quedan, pero nos faltaba aun el concierto del Sexteto Mayor en el Torcatto Tasso, y los bares notables con Fernando y Marcos.


XXX

Conocí a Gabriel, el día después de su llegada. Me había enterado por el caraelibro exactamente como Ricardo había pronosticado. Era hermoso verles felices y cansados y felices. Gabriel abría y cerraba los ojos y con frecuencia parecía que riera. Cuando cerraron las horas de visita, nos despedimos. Esa noche cenamos con Fernando y Marcos, en una pizzería en Defensa. La mañana siguiente despedí a Sophia en la estación. Sabía que extrañariamos la cercanía, la música y la buena conversación. Nos despedimos con mucho cariño. Nos deseamos felicidad y suerte.

El resto de ese día deambulé por la ciudad. Hablé con Martín, visité a Melisa y Gabriel en la clínica. Hablé con César. Según habíamos quedado más temprano, traté de ver a la Vane, no la conseguí. Compré un par de alfajores, un jugo y un par de empanadas. Las señales estaban dadas. Hace rato era ya noche. Me dirigí a la estación de Retiro. Un minuto después de la mitad, dije adiós a Buenos Aires y partí hacia Mar del Plata. Pensé en lo que habían sido estas dos semanas. Sentí un millón de cosas. Guardé silencio. Sentí, seguro lloré, recordé no olvidar, extrañé, agradecido, dí las gracias.

H.
BUENOS AIRES 8-28 ENERO 2011.

lunes, 7 de marzo de 2011

BUENOS AIRES V



XIX

Con frecuencia pregunto sobre política, aunque intento querer evitarlo. Tomás es profesor, lo recordaba a él y otro chico con barba, Pablo, de la última vez que había estado en Argentina. Aquella vez con mi hermano. Nos llamó mucho la atención la facilidad de conversar sobre política latinoamericana que encontramos en ellos, también que podían ser, y lo eran, bastante autocríticos con la Argentina.. nos parecieron bastante fuera del estereotipo porteño y se lo dijimos. “Es que la crisis nos ha dado humildad decía Pablo entre risas”. En parte era cierto. Explicaba como había cambiado la balanza en relación con otros países latinoamericanos. Antes los argentinos viajaban a todas partes y nadie viajaba a Argentina.. hoy bueno.. quizás sea otra historia.. De eso hace ya seis años. Esta vez no vi a Pablo. Tomás aún estaba allá, por supuesto no nos recordó, pero no importaba. Nos llevamos una buena impresión de Argentina aquella vez, y ellos eran parte de ella.


XX

Conversaba Tomás con cierta regularidad. Lo encontré en un estadio de vida distinto, esta vez, más papá, algo más tranquilo, y ciertamente algo cansado. Siempre con la música de sus caballos de batalla, especialmente Divididos. Le pregunté sobre la percepción Argentina del gobiernos de los Kichner. Su respuesta al inició me resultó algo familiar, “ante la triste situación de las izquierdas (la falta de propuestas) el menor de varios males” pero continuó para señalar varios aspectos que a él le parecián interesantes. A mi me intersó mucho la propuesta de ley de medios, un esfuerzo por regular la cantidad de patentes de propiedad de medios de comunicación que una persona o grupo financiero puede poseer, y que ha generado un encuentro frontal entre el gobierno y el grupo Clarín, cuyo control de los medios es absoluto en Argentina. Ya en Mar Del Plata este tema estaría sobre la palestra, pues resulta que los hijos adoptados por la dueña del grupo Clarín -la doña- resultan ser hijos de desaparecidos por la dictadura... “Lo bueno de cuando pelean entre ellos es que se sacan todos los trapitos que nunca salen cuando ellos están en buenas”, dirá Guada con sentimientos encontrados, cuando en Mar del Plata, me cuente sobre esa historia. Encontrados porque por un lado, resultaba tan indignante, y tan lleno de cinismo, el que hayan “adoptado” a estos chicos secuestrados, al tiempo que indigna saber que se maneje como un chisme de farándula en lugar de un asunto serio, y además se ponía en el lugar de estos muchachos que por todo lo que ellos saben son los dueños del país y ahora son hijos de todo lo que ellos han sido criados para negar y de lo cual reniegan.. Pero aun no estaba en Mar del Plata, y en todavía no sabía que terminaría yendo allá.. yo me preguntaba que pasaría en Santo Domingo si se intentara algo así.


XXI

Buenos Aires está llena de invisibles. Pero hay una hora en la que todos se organizan y asaltan sin compasión al ojo desprevenido. Y son familias enteras, con ropa, sin sacos ni corbatas, pero con zapatos en los dos pies, las que emergen de las sombras de los otros para sumergirse en la ciudad y sus escombros. En sus tanques, en sus contendedores, en donde guardan lo que ya no usan, lo vencido, lo que les sobra, y aún así funcionalmente invisibles para una mayoría que no se hiere con el espanto de estas escenas, con funciones que se repiten cada tarde, en el centro, en cada esquina, despúes de las siete y media.


XXII

Lo mejor de Buenos Aires es que está hecha para caminar, como si todavía creyeran que la gente es más importante que los carros y esas boludeses... Las aceras: amplias e iluminadas y hay transporte colectivo las veinticuatro horas. Como de todas las ciudades, la gente de dice que es invivible, pero se queda. Que es insegura, que no se puede andar, pero solo muy tarde acaso, quedan las calles vacías. En otras horas viven llenas, repletas de la misma gente que dice que en cada esquina te voltean... Tal ves Buenos Aires sea peligrosa, no lo se, no ha sido aun mi experiencia, quizá lo sea tan poco o tanto como cualquier otra ciudad de Latinoamerica, pero cuando ves laprensa pronto entiendes por qué, las dosis de miedo vienen en varios sabores y colores, y uno no puede evitar sentirse como en casa, solo elija el miedo que más se parezca a usted. Los diarios cuestan cuatro o cinco pesos, menos los domingos, que el miedo se paga tres pesos más caro.

XXIII

Así que como en cada ciudad, hay que creerle a las tripas. Sentir la ciudad. Ni temerle, ni subestimarla. Cuando hay dudas no hay duda, dijo De Niro en Ronin, magnifica sentencia. Y en el camino funciona más o menos así: hay más gente solidaria que gente que quiere hacerte daño. Todas las ciudades tienen sus riesgos. No privar en superheroe. Y aunque cueste, hay que aprender a observar, a sentir y a escuchar, y cuando un lugar te hace sentir extraña o extraño, cambia de ruta, aunque no entiendas bien por qué..


XXIV

Camino todo el tiempo. Buscando libros, imágenes, gente cantando. La redención a veces lleva por caminos extraños. Me gusta que la gente me muestre su Buenos Aires. Los rincones que hacen su cotidianidad, los que disfrutan, aquellos de los cuales parecieran no poder escapar, y ya marcados por su olor y sus huellas.

Además de heladerías Sophia buscaba siempre lecciones de tango, música en vivo y gente bailando. Había estudiado música en parecía realmente preocupada por no perderse un lugar, o un buen profesor. Le gustaba hablar con la gente, y mira a los ojos cuando habla. Quizás por eso nos hicimos amigos.

La conocí la mañana que Estele cambió para el hostel koreano. Hablábamos sobre cocodrilos con Sally: de Australia, del Amazonas, del Lago Enriquillo, y no tengo idea como la conversación había llegado ahí, creo que tenía que ver con que alguien por descuido había perdido un brazo y Sally aún conservaba los dos, pero el caso es que todo el mundo en el dormi terminó hablando de eso por un rato y después se volvió un chiste interno. Sally es una persona sumamente dulce, y considerada. Después de parsarse gran parte de su vida trabajando en puertos y con oenegés, había decidido conocer sudamérica. Llevaba varios meses viajando y le quedaban unos cuantos más por delante. Hay en su mirada y sus palabras experiencia y una cierta inocencia parecida a la ingenuidad. Y, como ya he dicho, a pesar de haber navegado en aguas llenas de cocodrilos, conservaba aun sus dos brazos y una honesta sonrisa.


XXV

Esa noche cenamos en Palermo. Como buen brasilero, Fernando necesitaba comer arroz, así que perfectamente podría haber sido dominicano. A él en particular le gusta el risotto, mucho, y de hecho cocina bien. Pero era la último finde de Carolina en Buenos Aires y decidimos comer fuera. Le pregunté a Sophia y a Sally si tenían planes y si se animaban. Sally había quedado ya con unos amigos y se iba en un rato. Sophia dijo que sí, así que tomamos un colectivo que tardó cuarenta y pico de minutos para atravesar la ciudad. Nos preocupamos un poco por la reservación, pero no mucho. Más interesante era el juego cultural, esa búsqueda de un lenguaje común, y cada una y uno, intentando aprender cosas de los demás. Aunque por un momento me pareció haber ofendido a Carolina con algún chiste impertinente sobre el tiempo que tardaríamos para llegar.. no lo comprobé nunca, debí haberlo hecho..


XXVI

Entramos al restaurant. Llegamos ahí por recomendación de una hermana de Carolina y Fernando. Mesa para cuatro. Fernando todavía tiene algunas limitaciones con el español, pero ya se defendía bastante bien. Recurría ocasionalmente a Carolina para consultar palabras que nuestro portuñol no alcanzaba a traducir. Sophia entendía español y hablaba bastante bien. No parecía que solo hubiese estudiado por tres meses. El mesero llega y amablemente nos preguntá si estamos listos para ordenar. Aun revisábamos el menú. Ordenamos. Fernando conversa con Carolina en portugués (aunque me gusta más decir brasilero..) cuando el mesero pregunta “desean algo para tomar, un buen vino quizás” Fernando, como el estudiante que está diciendo algo indebido cuando todo mundo de repente se calla, responde: obvio, con una entonación y una actitud que Sophia, el mesero y la mesa de al lado se ríen. Carolina que entiende lo que acaba de pasar ríe también, y Fernando, pregunta ¿qué? Cuando Carolina le explica, ríe también. Porque contaba una historia a su hermana en portugués y porque si en verdad hubiese escuchado al mesero, era obvio que esa hubiese sido su respuesta. 

Regresamos juntos al hostel. A carboncillo, dibujé un silencio en una suerte balcón. Callados miramos las estrellas. 


H. (CONTINUARÁ...)

Concluye en el post BUENOS AIRES VI  http://poetskeleto.blogspot.com/2011/03/buenos-aires-vi.html