sábado, 30 de abril de 2011

MAR DEL PLATA II

[continúa desde el post MAR DEL PLATA I http://poetskeleto.blogspot.com/2011/04/mar-del-plata-i.html]


en Mar del Plata junto a los perros del amanecer..


V

Desperté temprano. Muy temprano. Había muerto Elena Walsh hacía poco más de una semana y muchas de sus canciones sonaban todos los días. Salí a fotografiar el amanecer. La cámara era nueva, el viaje era nuevo y estaba en pilas. Guido, que cubría el turno de la amanecida, confesó riendo que había subestimado mi fiebre. En algún momento del ascenso solar, las chicas me alcanzaron. Ya clareaba, y la playa estaba llena de perros fotogénicos, borrachos y un ciclista dormido. 

VI

Al regresar, las chicas volvieron a dormir. Me quedé en el living viendo las noticias y conversando con Javier, quién me contaba sobre la correlación de fuerzas en la política argentina en estos días. Me contaba como había repensado la historia nacional que conocía a partir de los trabajos de Felipe Pigna y su aproximación a la historia de la Argentina, y me recomendó empezar por 1810, pero porque anoté Pigena en lugar de Pigna, no fue hasta que en El Calafate, Leo me sacó del error mientras me recomendaba leer La Cajita Infeliz de Eduardo Sartelli. Curiosamente encontraría los libros de Pigna en el LibroCafé en uno del los regresos al Calafate casi dos meses después.

VII

Pero esa misma mañana, tras el primer amanecer llegó el Javi, -uno distinto, otro- un muchacho joven que ya ha vivido muchas. Lo primero que hizo, fue aclarar unas dudas sobre la autenticidad de los nuevos billetes argentinos que, al parecer, ahora los hacían en Brasil y la gente andaba algo confundida. Hace un tiempo había trabajado como cajero y por eso sabía. Ahora estudiaba filosofía y le gustaba pensar a Nietzche. Tenía un par de días en La Feliz, viendo a su novia que estaba en casa de sus viejos, con quienes cenaría la siguiente noche. Hablamos de la vida, los caminos, de los beatles, the doors y un músico amigo suyo que se había ido a probar suerte a Colombia. Después, fumó un de un par de puchos se fue a dormir un rato.

VIII

Decidimos buscar aguas más tranquilas, así que tomamos el 221 (único que se podía pagar con efectivo) hasta la última parada, que después del transfer a otro autobús, nos dejaba en Acantilados.. Pero antes, mientras esperábamos, Sara había desaparecido. Ah sí, ella hace eso a veces dijo tranquila María. Cuando reapareció había una sonrisa grande en su rostro y alfajores en sus manos. "Estos son los mejores del mundo" decía, y nos dió uno a cada uno. A mi me tocó de Membrillo, fruto para mi hasta el momento desconocido, lo que a ellas les causó gran sorpresa y entonces quedaron en que tenían que darme a probar la tarta friola, y otras facturas membrillescas. Si bien cumplieron su promesa, al membrillo lo conocería en persona (o en fruto debería decir) sino hasta tres meses después, en Chile Chico, cuando Kate, maroteando en el patio de Doña María, encontró algo que parecía una pera con aires de guayaba y que a ella le sabía entre a piña y a mango, y que ni ella, ni Andrew, ni yo supimos identificar, hasta que nuestra anfitriona se encargo de las cortesías de lugar y nos presentó como debe ser: mostrándonos la fruta y preparando un buen postre.. Así que eso pasó cuando regresó Sara. Y entonces, dado que los autobuses estaban repletos, decidimos comer primero e hicimos un picnic, en una buena sombra en el parque central. Cuando terminamos encontramos autobús.

IX

Había mucha gente, para ser la playa que era, pero igual se podía era mucho más tranquila. Un una pareja como salida del Imagianium del Dr. Parnasus, atraviesa la playa. Él tira de una carreta, a la gitana, llena de telas, vestidos y otras prendas. De vez en vez se detenían y hablaban con la gente, pensé que debía escribir un corto para esos personajes y su carreta en el mar, traté de filmarles, y les filmé, pero no logré la toma que quería.

X

Salí del mar cuando empecé a temblar (porque el agua de acá es un poquito demasiado fría para este cuerpo tropicalizado). Cuando me vine del mar Sara dibujaba y pintaba. María hablaba con su nuevo mejor amigo. Me senté con la espalda en una gran roca y dormí un poco. Fue mi primera "siesta" argentina. Tenía ganas de hacer fotos del atardecer desde el rompeolas en el puerto, así que regresamos antes de que cayera el sol. Un solo tapón. Nos quedamos en la estación del puerto. De camino al Cristo, saludamos a los lobos marinos en la reserva. Encontramos, además barcos iluminados con sutileza y gracia, tanta, que no parecía ser a propósito.. A María le había cogido con conquistar cada pilotillo en los casi dos kilómetros de recorrido, pero parecía muy feliz, así que había que dejarla. 

XI

Era curioso, vi el sol salir cada día que estuve en Mar del Plata. Cuando regresamos de Acantilados, había anunciado un concierto de Palito Ortega (sin comentarios) y No Te Va a Gustar, un grupo joven de Uruguay que está sonando mucho en estos días. Cuando llegamos al Hostel, Sara desapareció, cuando reapareció resultó estar hace rato dormida, al parecer mucho sol. Así que se volvió calabaza. María también parecía estar en descansar. Yo.. no; pero estaba tranquilo y en mi cabeza seguía sonando la misma canción:





H. (CONTINUARÁ...)

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