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Madryn de noche. El viento, se esforzĂł, y se esforzĂł y al final saliĂł en la foto. Capaz por eso le gustan tanto las banderas. |
XI
Solo conozco dos formas de enfrentarse a una guitarra con problemas de actitud: esconderla o ceder. Por motivos prĂĄcticos tiendo a preferir la segunda. Pero esa vez no querĂa. Por algo habĂa dejado la guitarra en Santo Domingo. Estaba peleado conmigo, con la mĂșsica, con la poesĂa, asĂ, mal, conmigo y creo que hasta lo estaba disfrutando. Eso de renunciar a la seducciĂłn.
La noche anterior habĂa estado tranqui (eso se dice casi igual aquĂ y allĂĄ, aunque a veces podrĂan decir "tranca" que allĂĄ denotarĂa algĂșn tipo de maestrĂa en el manejo de cierta destreza). SalĂ a dar unas vueltas para hacer fotos con Rama (el de los osos en ricitos de oro) y el Mendiara, un vasco isntructor de cuestiones de seguridad industrial, pero que por alguna razĂłn yo siempre entendĂ alpinismo. Subimos hasta el indio, y un viento terriblemente frĂo ("fresco" como le dicen al frĂo en patagonia) empezĂł a querer salir en las fotos. Luego un bar con nombre de flor, sirviĂł de guarida hasta que recuperamos temperatura. Al dĂa siguiente harĂa buen clima, asĂ que me volvĂ temprano.
En una de esas incoherencias garrafales, a veces, desayunaba leyendo poemas y los meditaba masticando. AsĂ tambiĂ©n me burlaba de mi, y de ellos. Pero en ese momento, era el libro el que me leĂa a mi. AsĂ era y estaba cuando Kristin, en perfecto castellano, dijo hola.
La noche anterior habĂa estado tranqui (eso se dice casi igual aquĂ y allĂĄ, aunque a veces podrĂan decir "tranca" que allĂĄ denotarĂa algĂșn tipo de maestrĂa en el manejo de cierta destreza). SalĂ a dar unas vueltas para hacer fotos con Rama (el de los osos en ricitos de oro) y el Mendiara, un vasco isntructor de cuestiones de seguridad industrial, pero que por alguna razĂłn yo siempre entendĂ alpinismo. Subimos hasta el indio, y un viento terriblemente frĂo ("fresco" como le dicen al frĂo en patagonia) empezĂł a querer salir en las fotos. Luego un bar con nombre de flor, sirviĂł de guarida hasta que recuperamos temperatura. Al dĂa siguiente harĂa buen clima, asĂ que me volvĂ temprano.
XII
En una de esas incoherencias garrafales, a veces, desayunaba leyendo poemas y los meditaba masticando. AsĂ tambiĂ©n me burlaba de mi, y de ellos. Pero en ese momento, era el libro el que me leĂa a mi. AsĂ era y estaba cuando Kristin, en perfecto castellano, dijo hola.
Hablamos de los viajes, de su laburo (trabajo en argentino) como enfermera, de Bolivia, de las posibilidades de viajar haciendo lo que te gusta, de la sensibilidad que implica, las decisiones y los caminos que se abren y cierran con cada una de ellas. IncreĂble para lo que dan el cafĂ© con leche y chocolate, el pan con dulce de leche y mermeladas de berries varias, entre las cuales, absolutamente prefiero la de guinda.. Yo me habĂa vuelto temprano. Rama y Josean seguĂan durmiendo.
XIII
Madryn es como el Ăfrica del Mar, dijĂł GastĂłn -el primero-, yo parĂ© los oĂdos (acciĂłn en Dominicana denominada con el erĂłtico y/o canibalĂstico mote de "comer boca" y que en Argentina se limita al verbo "chusmear"), si nos referimos a los grandes mamĂferos -continuĂł- en Ăfrica encontramos los grandes mamĂferos de Tierra y acĂĄ encontramos los grandes mamĂferos del mar. quĂ© chusmeada mĂĄs instructiva pensĂ© y seguĂ leyendo. LeĂa el cuento ese de Bolaño en el que el personaje se cartea con otro escritor que habĂa conocido a partir de un concurso de cuentos, y entonces decidĂ que, en Ășltima instancia, la prostituciĂłn literaria podĂa ser efectivamente un recurso vĂĄlido de subsistencia. En eso llamaron de la escuela y me fui al mar.
XIV
Era la Ășltima imersiĂłn. AdemĂĄs de Norma y Luis, habĂa en la lancha un buzo inglĂ©s. Franz habĂa llegado a Madryn a ver si lograba bucear con las ballenas. Nos tocaba ir al Albatros, un barco hundido que no estĂĄ a demasiada profundidad. Por razones tan evidentes como la inexperiencia, los nuevos consumimos el aire mĂĄs rĂĄpido que Carlos, Maxi y Franz. Empezamos a ascender, paradita de seguridad -para no perder las buenas costumbres- y salimos. Todos menos Franz. Maxi, le dice a Carlos: chĂ© traĂ©lo. Carlos vuelve a bajar, vuelve a subir. No quiere, dice. ÂĄÂżCĂłmo que no quiere?! Responde Maxi. Le dije (en señas evidentemente), me dijo que aĂșn le quedaba aire y me mostrĂł un cuchillo.. contĂł Carlos todavĂa en el agua y volviĂł a bajar. Luego subiĂł y dijo: bien, estĂĄ haciendo la parada de seguridad. Y ese fue el final de esa historia. En el bote, Maxi le preguntĂł ÂżquĂ© pasĂł? Franz le contĂł que habĂa entendido que era un recorrido mĂĄs largo y le quedaba aĂșn mucho aire y luego que le avisaron, le faltaba la parada de seguridad mientras le entregĂł el cuchillo que encontrĂł en el barco. Maxi le comentĂł algo sobre las diferencias de niveles y que Ă©l seguirĂa con Ă©l una vez nos dejaran al resto en la costa. HabĂa visto pulpitos, varias especies de peces, un lobo, cangrejos y pequeñas, medusas. Luego tocaba estudiar para el teĂłrico, pero eso no vale la pena contarlo.
XV
La noche empezĂł bastante bien. Gambas con papas, cerveza, humo. Siempre que hay parrilla hay humo. Otra vez gente diversa. De nuevo mĂĄs que en Nueva York en la Argentina, asĂ que al principio hacĂa de traductor simultĂĄneo (mientras comĂa, mientras bebĂa, mientras jugaba), hasta que el alcohol y la camaraderĂa del haber compartido la comida hacĂan lo suyo, y entonces no era necesario: como por un acuerdo cĂłsmico-etĂlico (dirĂa el frank) todos y todas nos entendĂamos y reĂamos, y nos hacĂamos como que nos conocĂamos desde siempre, lo cual en el fondo me ha parecido siempre muy triste pero que se siente bien.. Gary y Kathryn hablaban de polĂtica latinoamericana y hacĂan suposiciones sobre el peronismo, Mr. Happy bebĂa y le sonreĂa a Carolina, Thibaud, con su chaqueta con el emblema canadiense, se reĂa con GastĂłn -el segundo-, quiĂ©n sabe de que historias traducidas, el timonel escocĂ©s miraba a Vera, la austrĂaca que no decĂa mucho y yo observaba que a MarĂa -una alemana reciĂ©n llegada que estaba sentada a mi lado y que habĂa propuesto un drinking game con dados- le gustaba ganar, y tenĂa una tendencia a guillarse para beber menos. Sabes mucho amiga le dijo GastĂłn muerto de risa, cuando me di cuenta que tenĂa hambre y me levantĂ© para asaltar la cajita que tenĂa en el quincho, en la que no habĂa mĂĄs que un par de huevos, algo de aceite verde y sal. MarĂa me ofreciĂł al de frutas y aceptĂ©. Muchas gracias, alcancĂ© a decir en inglĂ©s, bah es solo comida, respondiĂł de su sonrisa a la mitad. Linda, tramposa y solidaria, divertida la combinaciĂłn le dije, Âżnos volveremos a ver? pensĂ©, y tambiĂ©n. SonreĂ.
Un par de horas mĂĄs tarde, tasa tasa, la mayorĂa habĂa ido a dormir. Al final quedamos Happy, Thibo, GastĂłn, y Yo. Salvo GastĂłn, el resto partĂamos a la siguiente mañana. ÂżSeguro que no quieres ir comprar una falda? BromeĂł Mr. Happy por Ășltima vez antes de que dijĂ©ramos buenas noches. La verdad que ustedes los franceses y sus fantasĂas -le dije sabiendo que era canadiense- De donde se informarĂan estos eurpoeos pensĂ© mientras me levantaba. Abrazos y buenos viajes cada quiĂ©n. Nos vemos al rato.
XVI
La gente conocida estaba en verano, y se esparcĂa a distintas velocidades, en todas direcciones. No me habĂa ido aĂșn y ya sabĂa que volverĂa a este lugar. El mar seguĂa pareciĂ©ndome algo frĂo, pero solo en superficie. Desde que bajas se te olvida, y lo recuerdas de golpe, desde que sales, pero habĂa extrañado el mar y mucho, asĂ que estaba feliz.
PreguntĂ© por el mejor lugar para empezar a hacer dedo. Fede me mostrĂł en el plano de la ciudad, dĂłnde estaba la estaciĂłn en la salida que llevaba al sur. BĂĄsicamente, debĂa caminar toda la avenida Gales hasta que alcanzara la pista y una vez en esta, hasta el control policial, bromatolĂłgico y fitosanitario, el que habĂa dos policĂas acostados (lomos de burro en Argentino) por lo que los vehĂculos se veĂan obligados a desacelerar, lo que posibilita el contacto visual tan importante en estos antiguos oficios. AsĂ que agradecĂ, me despedĂ, salĂ a buscar una botella para llenar con agua y un saco de dormir.
RegresĂ©. Mochila al lomo. Sonrisa al rostro, y andar. Me despedĂ. Quienes estaban se despidieron. Las señales parecĂan claras, habĂa buen sol y poco viento.
H.
PUERTO MADRYN;
31 DE ENERO - 8 DE FEBRERO 2011
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