viernes, 12 de agosto de 2011

PUERTO MADRYN IV


Madryn de noche. El viento, se esforzó, y se esforzó y al final salió en la foto. Capaz por eso le gustan tanto las banderas.

XI

Solo conozco dos formas de enfrentarse a una guitarra con problemas de actitud: esconderla o ceder. Por motivos prácticos tiendo a preferir la segunda. Pero esa vez no quería. Por algo había dejado la guitarra en Santo Domingo. Estaba peleado conmigo, con la música, con la poesía, así, mal, conmigo y creo que hasta lo estaba disfrutando. Eso de renunciar a la seducción. 

La noche anterior había estado tranqui (eso se dice casi igual aquí y allá, aunque a veces podrían decir "tranca" que allá denotaría algún tipo de maestría en el manejo de cierta destreza). Salí a dar unas vueltas para hacer fotos con Rama (el de los osos en ricitos de oro) y el Mendiara, un vasco isntructor de cuestiones de seguridad industrial, pero que por alguna razón yo siempre entendí alpinismo. Subimos hasta el indio, y un viento terriblemente frío ("fresco" como le dicen al frío en patagonia) empezó a querer salir en las fotos. Luego un bar con nombre de flor, sirvió de guarida hasta que recuperamos temperatura. Al día siguiente haría buen clima, así que me volví temprano.



XII


En una de esas incoherencias garrafales, a veces, desayunaba leyendo poemas y los meditaba masticando. Así también me burlaba de mi, y de ellos. Pero en ese momento, era el libro el que me leía a mi. Así era y estaba cuando Kristin, en perfecto castellano, dijo hola. 

Hablamos de los viajes, de su laburo (trabajo en argentino) como enfermera, de Bolivia, de las posibilidades de viajar haciendo lo que te gusta, de la sensibilidad que implica, las decisiones y los caminos que se abren y cierran con cada una de ellas. Increíble para lo que dan el café con leche y chocolate, el pan con dulce de leche y mermeladas de berries varias, entre las cuales, absolutamente prefiero la de guinda.. Yo me había vuelto temprano. Rama y Josean seguían durmiendo. 


XIII

Madryn es como el África del Mar, dijó Gastón -el primero-, yo paré los oídos (acción en Dominicana denominada con el erótico y/o canibalístico mote de "comer boca" y que en Argentina se limita al verbo "chusmear"), si nos referimos a los grandes mamíferos -continuó- en África encontramos los grandes mamíferos de Tierra y acá encontramos los grandes mamíferos del mar. qué chusmeada más instructiva pensé y seguí leyendo. Leía el cuento ese de Bolaño en el que el personaje se cartea con otro escritor que había conocido a partir de un concurso de cuentos, y entonces decidí que, en última instancia, la prostitución literaria podía ser efectivamente un recurso válido de subsistencia. En eso llamaron de la escuela y me fui al mar. 
 

XIV

Era la última imersión. Además de Norma y Luis, había en la lancha un buzo inglés. Franz había llegado a Madryn a ver si lograba bucear con las ballenas. Nos tocaba ir al Albatros, un barco hundido que no está a demasiada profundidad. Por razones tan evidentes como la inexperiencia, los nuevos consumimos el aire más rápido que Carlos, Maxi y Franz. Empezamos a ascender, paradita de seguridad -para no perder las buenas costumbres- y salimos. Todos menos Franz. Maxi, le dice a Carlos: ché traélo. Carlos vuelve a bajar, vuelve a subir. No quiere, dice. ¡¿Cómo que no quiere?! Responde Maxi. Le dije (en señas evidentemente), me dijo que aún le quedaba aire y me mostró un cuchillo.. contó Carlos todavía en el agua y volvió a bajar. Luego subió y dijo: bien, está haciendo la parada de seguridad. Y ese fue el final de esa historia. En el bote, Maxi le preguntó ¿qué pasó? Franz le contó que había entendido que era un recorrido más largo y le quedaba aún mucho aire y luego que le avisaron, le faltaba la parada de seguridad mientras le entregó el cuchillo que encontró en el barco. Maxi le comentó algo sobre las diferencias de niveles y que él seguiría con él una vez nos dejaran al resto en la costa. Había visto pulpitos, varias especies de peces, un lobo, cangrejos y pequeñas, medusas. Luego tocaba estudiar para el teórico, pero eso no vale la pena contarlo. 



XV

La noche empezó bastante bien. Gambas con papas, cerveza, humo. Siempre que hay parrilla hay humo. Otra vez gente diversa. De nuevo más que en Nueva York en la Argentina, así que al principio hacía de traductor simultáneo (mientras comía, mientras bebía, mientras jugaba), hasta que el alcohol y la camaradería del haber compartido la comida hacían lo suyo, y entonces no era necesario: como por un acuerdo cósmico-etílico (diría el frank) todos y todas nos entendíamos y reíamos, y nos hacíamos como que nos conocíamos desde siempre, lo cual en el fondo me ha parecido siempre muy triste pero que se siente bien.. Gary y Kathryn hablaban de política latinoamericana y hacían suposiciones sobre el peronismo, Mr. Happy bebía y le sonreía a Carolina, Thibaud, con su chaqueta con el emblema canadiense, se reía con Gastón -el segundo-, quién sabe de que historias traducidas, el timonel escocés miraba a Vera, la austríaca que no decía mucho y yo observaba que a María -una alemana recién llegada que estaba sentada a mi lado y que había propuesto un drinking game con dados- le gustaba ganar, y tenía una tendencia a guillarse para beber menos. Sabes mucho amiga le dijo Gastón muerto de risa, cuando me di cuenta que tenía hambre y me levanté para asaltar la cajita que tenía en el quincho, en la que no había más que un par de huevos, algo de aceite verde y sal. María me ofreció al de frutas y acepté. Muchas gracias, alcancé a decir en inglés, bah es solo comida, respondió de su sonrisa a la mitad. Linda, tramposa y solidaria, divertida la combinación le dije, ¿nos volveremos a ver? pensé, y también. Sonreí.

Un par de horas más tarde, tasa tasa, la mayoría había ido a dormir. Al final quedamos Happy, Thibo, Gastón, y Yo. Salvo Gastón, el resto partíamos a la siguiente mañana. ¿Seguro que no quieres ir comprar una falda? Bromeó Mr. Happy por última vez antes de que dijéramos buenas noches. La verdad que ustedes los franceses y sus fantasías -le dije sabiendo que era canadiense- De donde se informarían estos eurpoeos pensé mientras me levantaba. Abrazos y buenos viajes cada quién. Nos vemos al rato.


XVI

La gente conocida estaba en verano, y se esparcía a distintas velocidades, en todas direcciones. No me había ido aún y ya sabía que volvería a este lugar. El mar seguía pareciéndome algo frío, pero solo en superficie. Desde que bajas se te olvida, y lo recuerdas de golpe, desde que sales, pero había extrañado el mar y mucho, así que estaba feliz.

Pregunté por el mejor lugar para empezar a hacer dedo. Fede me mostró en el plano de la ciudad, dónde estaba la estación en la salida que llevaba al sur. Básicamente, debía caminar toda la avenida Gales hasta que alcanzara la pista y una vez en esta, hasta el control policial, bromatológico y fitosanitario, el que había dos policías acostados (lomos de burro en Argentino) por lo que los vehículos se veían obligados a desacelerar, lo que posibilita el contacto visual tan importante en estos antiguos oficios. Así que agradecí, me despedí, salí a buscar una botella para llenar con agua y un saco de dormir.

Regresé. Mochila al lomo. Sonrisa al rostro, y andar. Me despedí. Quienes estaban se despidieron. Las señales parecían claras, había buen sol y poco viento.



H.
PUERTO MADRYN;
31 DE ENERO -  8 DE FEBRERO 2011





  

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