jueves, 25 de agosto de 2011

RUTAS ARGENTINAS II: TRELEW, UN VIAJERO Y EL MAR

o la mítica aventura del mero que sacó la lengua

continúa desde el post RUTAS ARGENTINAS I: http://poetskeleto.blogspot.com/2011/08/rutas-argentinas-i-dedo-por-la-rn-3.html


V

Así que comí con la familia, salvo una de las hijas que no estaba en casa y que en algún momento entró, saludó y volvió salir. Y ahí estábamos el papá, la mamá, la hija del medio y el hijo menor y yo este perfecto extraño con una "tonadita" que les resultaba a ellos graciosa.

La comida fue amena, hablamos del viaje, de las peculiaridades de nuestros países. De las cosas que hacíamos y que nos gustaban o gustarían hacer. En algún momento, algo así como de la nada, la madre -que digamos se llamaba algo así como "Nancy" me mira muy seriamente y pregunta: ¿te gusta pescar? Por alguna razón a mi me sonó como si se tratara de una cuestión existencial y sonreí mientras respondí, que nunca en mi vida lo había hecho, pero que quería hacerlo, y seguimos hablando de otras cosas.

Para cuando terminábamos de comer, mientras me disponía a organizarme para partir, Nancy me dice algo que yo recuerdo como: los chicos van ahora a pescar ¿por qué no te vas con ellos? Pensé en la hora, pensé en que se iba a hacer más dificil conseguir quien me lleve, pensé en cuan buena era esta gente, en que me encantaría y ir a pescar con los chicos y creo que al final solo "dale" alcancé a decir.


VI

Era un día lindo y hacía calor. Me pusé los baggies ("las mallas" en argentino) y una remera (t-shirt, camiseta) y fuego a la lata.

A pescar fuimos David -como para fines de esta historia llamaremos al padre- Guille -el hijo- y un amigo suyo que es parte de la familia que se llama Javi. A David se le veía mucho más relajado, iba sonriendo y más conversador. Los chicos también iban de buen ánimo, tranquilos, hablando sobre minas (chicas) y de música.


VII


Esperar cuando sientas el pique, tirás. Cómo se siente el pique, pregunté yo, te vas a dar cuenta, cuando se pone duro. Y vaya que me di cuenta, al ratito, siento que el nylon se tensa y me sorprendo. Debí haber puesto cara de "¿y ahora qué hago? Porque Guille se empezó a reir y escuché a David decir ¡tirá! ¡tira! Y, en lo que Guille se destornillaba de la risa, tiré y salió un mero. Pura suerte. David sacó unos cuantos, y a los chicos no recuerdo como les fue. Más tarde, cuando empezó a subir la marea, no metimos en la playa con la red. Me dí varios resbalones cómodos, que asumí sin verguenza y con diginidad. Luego de un rato, recogimos la cubeta y la red y nos volvimos a Trelew.


VIII

Al regresar a la casa. Me doy una ducha y me organizo para salir. Cuando termino de armar la mochila, David me pregunta ¿a dónde vas? Ahora tenemos que cocinar lo que pescamos. Y lo dijo con tal serenidad, con tal convicción, y hacía tanta hambre, que no pude resistirme a tan tentadora oferta. Para este punto ya estaba mentalizado a dormir en la estación (de una, como dirían los argentinos).

Al final, con mucha complicidad, y no sin algo parecido a la picardía, me dicen que ya es muy tarde para irme, que me quedara y que mañana veríamos. Ahora si estaba en un apuro (no grande, pero apuro al fin) Una de esas situaciones en las que inútil (o al menos "ridículamente" convengamos) comenzamos a querer poner peros que en verdad verdad no queremos poner pero que son como peros burocráticos, peros de rigor Quizás de origen honesto y bien intencionados pero a todas luces absurdos porque no era verdad ni que hubiese preferido dormir en la estación, así mandé a dormir a mi falsa modestia y di las gracias: Muchas Gracias. Esa noche nos quedamos hablando hasta tarde y viendo noticias y fútbol.


IX

Así fue pues. Al otro día acompañé a Nancy al centro y en la tarde me fui a pescar con David. Esta vez capturé un cangrejo, y un par de meros, pero uno escapó porque estaba sentado cuando lo saqué, y se soltó del anzuelo y cuando me acerqué a agarrarlo prácticamente me sacó la lengua y volvió al mar. Por boludo, quien te manda a estar sentado dijo David y nos reímos.

La verdad es que me pareció tan gracioso, que duré varias noches soñando con el peje ese. Buena experiencia para mantener el ego a raya, pensé. Esa noche, durante la cena, Nancy me preguntó qué me había parecido, y si me había gustado. Sí, me gustó mucho. De hecho pescar se parece mucho a hacer dedo y le conté de las noches en el tramo entre Moca y Santiago de un amigo que decía que viajar así era aprender el arte de la paciencia. A ellos, la comparación les pareció divertida.


X

Al tercer día lleno de afecto y con material para un par de nuevas historias, era tiempo de partir y partí. Nancy y David me llevaron hasta la estación YPF de la pista que va rumbo al sur y allí nos despedimos. Una foto de rigor, en la que como de costumbre salí con cara de idiota. De nuevo nos dijimos adiós. Besos y abrazos y partieron. Una vez se fueron me dispuse a encuestar conductores incautos. 


H. (CONTINUARÁ...)

No hay comentarios:

Publicar un comentario